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Tras el fantástico post de Asier Gallastegi en el que repasaba la producción de este blog a lo largo de 2019, inauguramos 2020 con este artículo que gira en torno al cuarto de los valores que se definieron en su día. Tras los que han versado sobre la franqueza, el pragmatismo y la simplicidad, llega ahora este que se fija en la sobriedad. Después publicaremos el día 21 de este mes de enero el que será quinto y último de esta serie, centrado en la re(d)lación y que llegará de la mano de Nacho Muñoz. Luego será de nuevo el turno de Juanjo Brizuela y Manel Muntada, con posts previstos respectivamente para los días 4 y 18 de febrero. Aprovechamos para comentaros que, el fin de semana del 21-22 de febrero, tenemos taller en Madrid. Allí decidiremos, entre otras cosas, cómo continuar con el blog, tras esta primera etapa.

Sobriedad en infraestructuras y recursos, compromiso con el open source y con el conocimiento libre, así quedó redactado este valor en la declaración de la red de consultoría artesana. Ahora, con el paso del tiempo desde que se escribieron esas palabras, hay que hacer un esfuerzo para enmarcarlas en el momento presente. Porque la idea de «sobriedad» no casa con los tiempos actuales de alboroto y estridencia. Megáfono en mano –las distintas redes sociales en Internet–, nos encargamos de contribuir al griterío colectivo.

Son tiempos los actuales de sobreexposición, escaparate, cosmética y exceso para que al menos parezca. Frente al concepto de trabajo replegado sobre sí mismo, consciente sobre todo de su unicidad, se eleva otro enfoque. El mercado exige que cada cual exponga la mercancía y grite a sus posibles compradores/as para que sepan que su oferta merece la pena. Por el camino se ofrecen más y más zanahorias incorporadas a las prácticas de inbound marketing que inundan la plaza del mercado actual. Las webs se convierten en enormes herramientas de oropel y alharaca y se lanzan sin piedad a la caza de quien pasaba por allí.

Nuestra consultoría pretende otra cosa. Por supuesto no vive ajena a las prácticas del mercadeo moderno. Pero creo que siempre hemos pensado que lo que importa es el compromiso con la mejora de una determinada situación organizativa. El foco está ahí y no en otro lado. Hay que ponerse manos a la obra con lo que importa, con aquello que ha detonado la colaboración con nuestra clientela. Cada situación, claro está, necesita su diagnóstico y una acuerdo en torno a la expectativa. Luego, pico y pala para penetrar en las entrañas de la cuestión. Con lo mejor de que dispongamos, hasta donde haga falta.

La segunda parte de la ecuación de la sobriedad habla de open source y conocimiento libre. Siempre hemos querido diferenciarnos por compartir lo que hacemos, más allá de las restricciones que muchas políticas de propiedad intelectual aplican sobre los contenidos. Eso sí, distinguimos entre procedimiento y práctica, entre lo que somos capaces de documentar y lo que hacemos. Quizá por eso algo que nos caracteriza es la producción a través de nuestros blogs. Los consideramos una piedra angular de nuestra profesionalidad. Y es evidente que la interpretación del conocimiento libre no pretendemos que choque con el rigor de la aplicación de determinadas metodologías. Pero, en general, verás que, quien más, quien menos, en esta casa común de REDCA ofrece mucho material a cambio de nada.

En el fondo nuestra conexión con los principios open source y el conocimiento libre es, en cierta forma, ineludible. No lo podríamos hacer de otra manera. La vocación de compartir y ofrecer(nos) forma parte de nuestra cultura compartida. Verás mucha producción licenciada con Creative Commons y también mucha apertura a la hora de explicar qué y cómo hacemos las cosas. Supongo que en cierto sentido, somos casi transparentes. Richard Sennett dejó en El Artesano alguna que otra cita para resaltar la importancia de la remezcla y de poner en común con las/los demás:

El maestro establece un patrón absoluto, cuya reproducción se demuestra a menudo imposible. Pero debería tomarse en serio el interrogante democrático que se acaba de formular. ¿Por qué tratar de recuperar la originalidad de otro? El lutier moderno quiere continuar con la empresa de fabricar violines; desea producir los mejores violines posibles de acuerdo con sus aptitudes, antes que quedarse inmovilizado, preso de la infructuosa imitación. Esta es la reafirmación de la práctica contra la perfección.

Queremos hacer las cosas bien, pero sabemos que lo tenemos que hacer junto a otras personas a las que debemos abrir nuestro conocimiento. A fin de cuentas, esta es la idea básica de progreso: saber cómo lo hicieron otras personas antes que nosotras y partir de su acerbo. Insisto, a lo mejor hoy en día, el ruido y la apariencia parecen ganar el terreno al trabajo en sí mismo. Vivimos tiempos de paradojas y nadie queda al margen de sus contradicciones. Aquí, en nuestra red, también aparecerán, no hay duda. Pero un hilo conductor que nos anima es aquel que nos conduce a compartir y aprender con las demás personas. No queda otra.

Julen Iturbe-Ormaetxe

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