Si quieres puedes compartir este contenido

Quienes leéis los posts que publicamos en este blog colectivo de la Red de Consultoría Artesana, REDCA, ya sabréis que, de vez en cuando celebramos talleres presenciales. Como ya comentamos en el post anterior, el último lo habíamos llevado a cabo en Madrid en febrero de 2020, justo antes del confinamiento debido a la covid19. Después de aquel encuentro llevamos a cabo otro, el primero vía online y que hacía el número once de nuestra serie. Este pasado fin de semana lo hemos hecho de nuevo. Ha sido nuestro taller número doce. En Vitoria-Gasteiz y con Juanjo Brizuela como anfitrión. Vamos a comentar algunas cuestiones que abordamos en este encuentro.

Además de nos pusiéramos al día sobre nuestras respectivas situaciones profesionales (y personales), dedicamos un tiempo a la forma en que extender la consultoría artesana. El asunto de poner en marcha alguna actividad de formación en torno a ella creo está, de hecho, en los orígenes mismos de la red. Nacho Muñoz escribió sobre ello a finales de junio de este año un post con un primer esbozo y, de alguna manera, fue el detonante de este duodécimo taller. Así pues, debatimos sobre la manera en que divulgar nuestro saber hacer. Y fueron apareciendo ideas. Lo que puedes leer a continuación sale de ahí.

Realizar una propuesta formativa nos plantea, como REDCA, un reto: asumir un grado de formalidad y de exigencia en nuestra concepción de red al que, quizás, no estamos acostumbrados. No obstante, esta red siempre ha presumido de su diversidad y esta característica resulta ser un buen acicate para poner en marcha alguna actividad de divulgación o de formación: hay muchas maneras de practicar la consultoría artesana. Ya sabéis que nuestra seña de identidad es el poliedro.

En la actualidad es evidente que se está produciendo un cambio en la manera en que nos relacionamos con el trabajo. El trabajo, cada vez más, no equivale a un contrato estable de mano de alguien que nos emplea. Ahora el abanico de posibilidades es más amplio, en parte asociado a una mutación evidente en cómo se percibe el trabajo y en parte como consecuencia de la fragmentación. Las tecnologías permiten nuevas modalidades, los servicios ganan terreno frente a la industria y emergen alternativas para organizarse en estos nuevos tiempos que no implican necesariamente trabajar dentro de una empresa.

A la hora de divulgar nuestro modelo de consultoría artesana podríamos encararlo desde nuestros propios recursos o bien apalancando un primer paso de la mano de algún agente que nos vea con buenos ojos. Parece lógico pensar que en la universidad, por ejemplo, podamos encontrar a quienes les podría venir bien contar con nuestra experiencia en tanto ejemplo (ni mejor ni peor) de una forma alternativa de trabajar.

Por otra parte, no hay que olvidar que podemos emplear esta misma web para abrir un apartado en el que llevar a cabo esta divulgación. Más allá de lo que escribimos en el blog, se podría abrir una sección en la que compartir experiencias concretas de trabajo —siempre, claro está, con la complicidad de nuestros clientes— que permitirían comprender mejor la manera en la que trabajamos. Si se incluyeran también herramientas y metodologías estaríamos ayudando a divulgar, pero también a que otras personas se animaran a emprender este camino.

No estamos buscando un retorno económico. Por supuesto, siempre viene bien cubrir aquellos gastos que se produjeran, pero no se está planteando en un primer momento con ánimo de lucro. Creemos que animarnos con este tipo de actividades nos refuerza y nos ayuda a seguir aprendiendo. En la medida en que sistematizamos y compartimos, nos obligamos. No estamos pensando en un retorno en términos personales, sino en aportar valor social.

Para hacer realidad todo esto pudiera ser útil una dinámica de comenzar por algo sencillo, ver cómo nos sentimos con una primera prueba y, en función de ello, avanzar hacia algo más complicado. Sencillo, por ejemplo, puede ser una sesión (habría que ver en qué contexto) en la que, tras exponer algunas evidencias de trabajo artesano, alguien está recogiendo visualmente lo que acontece. Nos parece importante impulsar un destilado posterior. Por ejemplo, en forma de competencias implícitas: actitudes, habilidades y conocimientos que están detrás de las prácticas que se comparten.

Otra cuestión a tener en cuenta es el formato: online o presencial. Por supuesto, la preparación de una actividad online es hoy mucho más sencilla. Sin embargo, en nuestra conversación quedó claro que se apostaba por un encuentro presencial. Si se enmarca dentro de una iniciativa ya existente —pongamos de nuevo el caso de algún programa máster o experto de una universidad— lo lógico es irse al lugar donde se esté llevando a cabo. En este sentido se plantearon un par de posibilidades que se testarán en breve plazo. Ya os tendremos al tanto.

En este punto de la conversación surgió la pregunta de quién es realmente nuestro público objetivo. Parecería lógico pensar que es aquel susceptible de trabajar con este modelo de consultoría artesana, aunque en la realidad, si nos apoyamos en alguna entidad colaboradora, estaríamos lógicamente dependiendo de ella. ¿Qué tipo de contenidos y proyectos podríamos llevar a una primera experiencia que nos permitieran luego avanzar a fin de concretar una determinada propuesta formativa? Habrá que esforzarse si somos capaces de llegar a esa primera experiencia, ¿no?

Veíamos interesante reflejar la diversidad de lo que hacemos. Imaginad que ya estás presente en una actividad de divulgación/formación en torno a la consultoría artesana. Nuestro objetivo es que fueras capaz de escuchar experiencias que se han llevado a cabo:

  • Mediante un soporte presencial, digital e híbrido.
  • Para clientes que trabajan en sectores diferentes: Administración Pública, industria, servicios, educación, etc.
  • En organizaciones de diferente tamaño.
  • Mediante diferentes formas en las que concretar el proyecto (ha podido ser más evidente desde el principio o ha requerido un importante proceso inicial de conceptualización).
  • Con niveles diferentes de estandarización de metodologías y herramientas.
  • En torno a diferentes productos/servicios como, por ejemplo: estrategia, comunicación, innovación, participación, emprendimiento, conocimiento, marca, efectividad, dinámicas organizativas, etc.
  • Con la intervención de una sola persona consultora o mediante un equipo (que puede organizarse de diferentes maneras).
  • A partir de la licitación pública o mediante relaciones previas de confianza con los clientes.

Esta lista previa serviría para que las experiencias que se seleccionaran fueran capaces de abarcar el mayor espectro posible de situaciones. ¿Cómo se concretaría la puesta en escena? Quizá fuera interesante buscar la conversación: en vez de ponencias, una mesa redonda; en vez de dinámicas lineales, otras que permitan destilar mejor lo que se comparte. Claro que a lo mejor también podríamos elegir un tema y buscar luego prácticas y experiencia en torno a él si es que ese asunto específico concita suficiente interés: ¿la venta en la consultoría artesana?, ¿el trabajo en red?, ¿nuestra particular gestión financiera?, ¿la comunicación de lo que hacemos?

En fin, ya veis que hay mucha tela que cortar. De entrada, este mismo blog ya supone una importante actividad divulgativa/formativa de nuestra red. Aquí hay cerca de 70 posts en los que puedes encontrar contenidos muy diversos, incluyendo algunos de firmas invitadas y otros que se centran en metodologías y herramientas muy concretas. Ya puedes comenzar a destilar, ¿no te parece?

To be continued…

Imagen de Jimmy Fisher en Pixabay.

Julen Iturbe-Ormaetxe

Este sitio web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continuas navegando estas dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies