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Paca Muñoz

Soy socióloga, investigadora, formadora, coach y, sobre todo, madre de un adolescente maravilloso. Trabajé en organizaciones vinculadas al sector público andaluz durante casi una década y lo dejé para probar a hacer las cosas de otra manera. Casi 15 años después, disfruto cada día de TIMÓN, una cooperativa de trabajo que ha soportado los malos tiempos, y sigo manteniendo intacta la curiosidad por una forma diferente de hacer mi oficio de consultora. 

He trabajado en muchas cosas: cooperación internacional, proyectos europeos, procesos participativos, investigación social aplicada, evaluación de políticas públicas, emprendimiento y economía social, entre otras. Hace unos años descubrí el coaching como versión actual de la hermenéutica socrática para acompañar a personas y organizaciones en la definición y el logro de sus propósitos. A través de esta disciplina descubrí el pensamiento sistémico, la programación neurolingüística y la alineación estratégica por valores, en la que trabajo con organizaciones en España y América Latina, de la mano de la Escuela de Economía Social. También me interesa trabajar con personas que deciden ser protagonistas de su desarrollo profesional o de sus procesos de enseñanza-aprendizaje en comunidad (Comunidades de Práctica, Trabajo colaborativo, Metodologías participativas e implicativas, etc.). Y sigo reinventando mi vida cada día a pico y pala…

 

Para simplificar el texto sin excluir a nadie, en este caso, me voy a permitir usar el femenino para referirme a las personas, mujeres y hombres, aludidas en el mismo.

Gracias por tu invitación Manel, me ha costado decidirme, pero acepto el reto que supone escribir en estado de bloqueo creativo. A ver qué sale porque este post va precisamente de eso, de cuando quienes trabajamos en el oficio de consultoría “nos quedamos sin ideas”. Soy una fiel seguidora de este espacio inspirador que con el tiempo habéis conseguido convertir en nuestro, también de algunos de vuestros blogs individuales y me pregunto, ¿cómo podéis ser tan prolíferas y sistemáticas las personas que escribís en él, sin menoscabo de la calidad?

Este raro momento pandémico que estamos viviendo ha tenido manifestaciones muy diversas en cada persona, como no podía ser de otra manera dada nuestra naturaleza heterogénea. En mi caso, que además ha coincidido con otros aspavientos vitales, confieso que ha colapsado mis circuitos neuronales, sensitivos, corporales o de donde quiera que estén alojadas las ideas estimulantes. Vamos, que me he bloqueado.

Y con esta confesión empiezan a saltar mis alarmas ¡Uuuh, uuuh! Porque, claro, esto lo percibo como una amenaza.  ¿No son acaso las “ideas” el principal insumo de los bienes y servicios que “vendemos”? Yo creo que sí y que por eso cuando ocurre, cuando quienes trabajamos en consultoría nos bloqueamos (que levante la mano a quien no le haya ocurrido nunca), cuando sentimos que no tenemos mucho que decir, que aportar para resolver o transformar algo, que es lo que se espera de nosotras… empezamos a ponernos nerviosas y si la cosa se alarga mucho, entramos en pánico.

Para escribir este post, he pensado sobre ello y me he preguntado, ¿qué hago yo para salvar la situación cuando eso me ocurre?, ¿cómo salgo del desbloqueo y libero mi fuente de iluminación de las garras del miedo, la inseguridad, las creencias limitantes y otros guardianes que, a veces, me juegan malas pasadas? Sí, también a mí que soy consultora porque antes que eso soy humana y creo que es sano aceptar nuestras limitaciones e, incluso, permitírselo para, de vez en cuando, renovar nuestras “células muertas”.

Ante estas preguntas, se activa el mecanismo y emergen a mi conciencia, algunas estrategias desbloqueantes a las que suelo recurrir.

  • La humildad por bandera. Para no extender mucho este artículo sobre algo que Manel ya ha contado muy bien, os remito a su antiguo, pero vigente post sobre la Modestia. Aceptar mis propias limitaciones y reconocer que no sé de todo ni tengo las soluciones de casi nada me tranquiliza, me exime de esa excesiva responsabilidad que muchas veces es la causa de mi bloqueo. Y, sobre todo, me abre la posibilidad de aprender de otras personas y del entorno lo que, a su vez, estimula mi propia creatividad.
  • No hay bloqueo que resista a una buena conversación.  Sé que suena manido y admito que no siempre guardo los silencios necesarios para que esto ocurra bien, pero os aseguro que intención no me falta para poner mis cinco sentidos en escuchar y observar lo que ocurre fuera de mí. Cuando consigo sortear mi ego y escuchar de verdad, a mis pobres ideas enquistadas no les queda más remedio que salir de mí y, entonces, emergen.
  • Conectar con lo esencial de las cosas sin olvidar su interdependencia con otras. Es bien sabido que a veces el bosque opaca a los árboles. En consultoría solemos abordar situaciones complejas, pero éstas no tienen porque ser necesariamente complicadas. Percibirlas como tal es lo que muchas veces nos bloquea.  Cuando me hago consciente de esto, me focalizo en lo realmente importante de las situaciones que quiero comprender y, en caso necesario, contribuir a transformar para mejorarlas. Hago una especie de poda de lo superfluo y, una vez despejado el bosque, este deja entrar luz para ver nuevas soluciones.  

Con objeto de no simplificar la realidad, sobrevuelo el bosque para no perder de vista las interconexiones entre los árboles y el resto de elementos que lo afectan de una manera u otra. En este viaje, a mí me sirve caminar por la naturaleza, respirarla, olerla, observarla con atención e intención de verla, de aprender de ella, de dejarme sorprender por lo nuevo que surge y siempre, siempre me llevo algo disruptivo que zarandea mi bloqueo. 

  • Ver, copiar y mejorar (o mejor, adaptar). Al más puro estilo japonés, me gusta también beber de otras fuentes y tirar de ese hilo, de ideas que ya se han dicho o cosas que se han hecho. Leer otros textos, escuchar a otras personas, observarlas para inspirarme y generar ideas nuevas a partir de algo que ya existe. Deconstruir una idea para, respetando y transformando sus elementos esenciales, construir una nueva. 
  • Hacer algo y hacer nada. En ocasiones necesito sacudir mi cabeza haciendo algo físico: cocinar, trabajar mi huerto, ordenar mi mesa de trabajo, limpiar la hornilla o recoger piñas para encandelar… lo que sea, cuanta más energía y mayor concentración requiera la tarea mejor. Y para honrar mi naturaleza contradictoria, en otras ocasiones, sigo el consejo de Dokushö Villalva y hago nada. O practico la pausa sagrada de Tara Brach  y dejo los mandos del control confiando más en mi naturaleza creativa, desoyendo el parloteo de mis ideas preconcebidas enredadas para escuchar el eco del silencio casi siempre tan revelador. Aunque reconozco que esta segunda estrategia es todavía más una intención, en fase de práctica, que un hábito adquirido.
  • Experimentar y errar para aprender. Las estrategias anteriores a veces funcionan, pero otras no y cuando esto último ocurre o simplemente no hay tiempo de usarlas, salto al vacío. Empiezo a escribir ese informe, a hacer mapas mentales, a diseñar el encargo, a narrar ese post, etc. Es decir, le hinco el diente a aquello que me tiene atrapada para que la inspiración (si llega) me pille trabajando, como decía el artista malagueño. Agotadas las estrategias anteriores, esta última suele ser infalible. 

Creo que la mayoría de las veces, el bloqueo está alimentado por un miedo a errar que nos paraliza. Sin embargo, el ensayo-error sigue siendo la mejor manera de aprender y liberar nuevo conocimiento. Observar la realidad de verdad para poder intuirla e ir probando posibilidades es un pasaporte seguro sino a ser infalibles sí, al menos, a tener cada vez un conocimiento menos y menos equivocado de la realidad.

Para concluir esta reflexión, me gustaría aprovechar la inteligencia colectiva de quienes me habéis acompañado hasta aquí. Creo que compartiendo las iniciativas que utilizáis cada cual para eliminar vuestros bloqueos y reflexionar sobre ellas puede impulsar otras que generen un círculo virtuoso que promueva nuestra inspiración.

Por ello, os propongo convertir este post en una conversación sobre estrategias para el desbloqueo en consultoría. ¿Cómo haces tú para liberar tus ideas cuando éstas no quieren salir de ti o tus equipos? Gracias por compartir…

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