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Teníamos un plan en este blog. Después de nuestro décimo encuentro #REDCA en Madrid, confirmamos a este blog como nuestro espacio de reflexión, debate y profundización en esto que llamamos Consultoría Artesana. Cada un= a nuestra manera, como la imagen de nuestro poliedro. Con el primer ciclo del blog acabamos realmente satisfechos. Esto y que todavía parece que cuesta hacernos entender, hacía que aceptásemos este nuevo reto: seguimos. Y a mí me tocaba este martes 31 de marzo. 

Teníamos un plan en este blog hasta que nos lo hicieron saltar a pedazos. La pandemia del COVID-19 ha resquebrajado multitud de costuras de nuestra sociedad, las profesionales, las sociales, las económicas, las políticas y su lucha geopolítica y la peor de todas, las personales y las desgracias que se están adhiriendo en personas cercanas a nosotr=s, amistades, conocidas y familiares. Un drama presente que se disfraza de las preguntas, inquietudes, inseguridades y falta de certezas del futuro. Sin palabras en muchos casos que aplaquen estos miedos, estos llantos. Con vueltas y más vueltas a muchos porqués, e incredulidades sin muchas respuestas, al menos por mi parte. Sobreinformación, fake news en grado sumo, mensajes cargados de tintes de todos los colores, sobre todo grises, marrones y negros, 99% de noticias negativas, engaños, reproches, problemas reales de verdad, escasez en algunos casos, calles en silencio y hospitales llenos de personas afectadas y repletos de preocupaciones, impotencias y obligaciones de salvar vidas, el fin más noble donde los haya: VIVIR, palabra bendita que olvidamos en algún lado. 

Han pasado dos semanas desde el anuncio oficial del confinamiento, otra palabra que hemos aprendido a tortazos con la mano bien abierta. Dos semanas que nos han dejado en nuestras casas las 24 horas del día; apenas liberadas para comprar lo necesario para unos cuantos días, aprovechar a bajar la basura y poco más. Dos semanas que en muchas rutinas personales relacionadas con el trabajo, al menos la mía, siguen su curso dentro de una normalidad anormal. Seguimos trabajando en casa pero esta vez las formas no son las mismas: están alteradas. Tiempos, concentración, desarrollo, llamadas y videoconferencias siguen siendo práctica habitual. Ser interrumpidos por una llamada en forma de anuncio de una desgracia, otro dato demoledor que te llega, una prueba de una vacuna que funciona, va a ser que aún no, un chalado que le da por sacudir a destajo, una clase dirigente que vuelve a mostrar que a veces la preparación previa quizá no valga para casos extremos para esto, pero que evidencia en muchos casos falta de de cordura, sentido común y sobre todo criterio en las decisiones y en cómo se toman. Y un largo etcétera. 

No. Soy de los que piensan que no es nada fácil estar en esta situación si te toca dirigir y gestionar equipos y momentos extraordinarios. Valga decir que éste del Coronavirus se sale por cualesquiera extremos de nuestra imaginación, en esto de lo extraordinario. Pero se evidencia que en muchos casos, importa bien los cómos, los valores, los principios y las formas de dinamizar muchas de las decisiones. Estamos muy lejos de estar en esos órganos de decisión, yo al menos. Hay ciertos tics que estamos viviendo que no dejan de sorprendernos y sobre todo la pregunta no es tanto el porqué de la decisión actual, sino sus consecuencias de cara al futuro. Esto nos debe preocupar, deberíamos ocuparnos ya a más tardar.

Qué quieren conseguir con nuestros datos, dónde se están generando los conflictos y cómo y de qué manera se resuelven, cómo se gestiona la cantidad de información recibida y cómo se comunica a la sociedad, cómo se mantiene una actividad que pueda ser esencial y vital frente a otras que pretenden mantener una rueda dinámica para que el valor, bendita palabra, pueda seguir andando, como quien anda en bici, que si se para puede acabar cayéndose; hasta dónde colocamos el listón de los riesgos personales para mantener una actividad; dónde queda la libertad de movimientos, la responsabilidad individual con la obediencia obligada y con militares sumándose a la credibilidad de la información; cuáles son los ámbitos de la decisión reales, dentro de este entramado institucional, donde se inmiscuyen o simplemente optimizan en aras de lo general, parece ser; dónde queda la acción real, la colaborativa, la de personas y empresas empeñadas a más no poder en ayudar al prójimo que lo necesite; dónde queda la cordura frente al extremismo, los logros de una manera de ser y hacer frente al caos surgido tras las dimensiones de esta situación; qué es seguridad y dónde acabará este término si se manosea con tanta virulencia; quién se atreverá a cuestionar en el futuro dónde es preciso invertir sin duda alguna para que la sociedad pueda desarrollarse y progresar técnica y tecnológicamente, para simplemente vivir; dónde quedarán los logros pasados para reivindicar lo que hemos de ser en el futuro; seguiremos menospreciando trabajos y profesiones donde solo iban quienes no cabían en ningún sitio de la sociedad, y ahora son salvaguardas del pequeño trozo de bienestar que aún nos queda. Y podríamos seguir.

Cuesta hablar de consultoría y de artesanía y de consultoría artesana en estos momentos. Pero en muchas de estas dudas anteriores balbucean algunos de los principios que solemos decir que nos definen. Sería importante tenerlos más que nunca presentes pensando en cómo afrontar el anhelado Día Después de esa regeneración que nos vendrá de otra manera: las Personas en singular y plural, lo colectivo, lo micro, nuestros ámbitos más cercanos. La responsabilidad como pauta de comportamiento personal y colectivo. La Gestión, con mayúsculas, una nueva Gestión de la incertidumbre, los datos y la ética. El respeto a los recursos limitados de que disponemos, me temo que la sabia naturaleza anda detrás de esta extrema situación. La humanidad y el humanismo en nuestras decisiones. El equilibrio entre las oportunidades y las debilidades. La gestión colectiva de la información. La escucha activa. La co-creación como base de la futura innovación. La tecnología razonable y de valor. Son muchas cuestiones. Ahora más que nunca deberíamos defender y pivotar nuestros principios de la Artesanía en este nueva paradigma. 

Imagen de cabecera de Amina Hussein

Imagen del texto de QUÉDATE EN CASA

Juanjo Brizuela
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