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El riesgo que tomamos cuando mencionamos una palabra con perspectivas amplias es que quede desdibujada por el camino nada más citarla. La polisemia tiene estas cosas. Por un lado, una palabra ha sido tan empleada en diferentes ámbitos que se va llenando de significados conforme su uso se extiende, sorprendentes algunos; aunque, por otro lado, intentemos protegerla para que adquiera un sentido concreto en el contexto en el que la queremos situar. Diseño es una de ellas, tiene un vasto campo de significados y sentidos, y ocupa centenares de párrafos donde es mencionada sea cual sea el ámbito de referencia.

Cuando nos referimos a artesanía ocurre exactamente lo mismo. Artesanía, lo artesano, nos conecta a un campo de pensamientos que pueden tomar diferentes formas en función del sentido que queramos emplear en su referencia: proceso, transformación, estética, transmisión, tiempos, planificación, detalle, personificación, ejemplo, personalización, etc.; son todas ellas asociaciones a un término que pretende dar sentido no solo a la palabra en sí, sino a la/s acción/es que sugieren solamente al mencionarla. Una palabra que te lleve a la acción es merecedora de un sentido especial. 

Diseño y artesanía caminan de la mano. No solo por este carácter para la acción, sino porque comparten un campo innegable: la persona. Ambas pretenden dar sentido a nuestras acciones como personas, ambas deberían tener en el centro de su mirada a cada persona, porque somos en primera persona protagonistas o coprotagonistas de las acciones que se deriven de ambas disciplinas. Diseñamos para personas, trabajamos la artesanía para las personas. El sentido de nuestra actividad y diría más, el propio propósito, tiene que ver con el acercamiento a que sean las personas las principales beneficiarias tanto del diseño como de la actividad artesana. 

Diseño y artesanía tienen que ver con habilidades, porque imaginamos al expresarlas un universo simbólico que nos relaciona con aspectos como la estética y el sentido formal, tienen que ver con la visualización, la plasmación “en”, con lo visual y los trazos, con todo un mundo de las imágenes, lo verbal, lo gestual… Hay una capacidad implícita de la habilidad que nos hace especialmente sensibles con la actividad. El cuidado y el mimo por las formas son tan importantes como el sentido que aportemos en el qué y en el conocimiento compartido. Lo estético que relacione y una lo intangible con lo tangible adquiere un sentido propio cuando hablamos de diseño y artesanía. 

Diseño y artesanía tienen que ver con la transformación, con un cambio en la manera de comportarnos, en la manera de abordar nuevas preguntas, en la manera de acercarnos a un nuevo planteamiento que pueda resolver nuevas inquietudes o viejas preguntas sin respuesta, de una forma de construir un proceso que conlleve nuevas fases, otros acercamientos, diferentes miradas para un abordaje integral del problema o necesidad a resolver. A menudo, cuando hablamos de diseño, nos referimos a solucionar problemas y situaciones expresas e incluso latentes, y a considerar el diseño no solo como un resultado final, sino como un continuo abordaje de ir generando nuevas alternativas ante una situación concreta. 

La artesanía, nuestra labor artesana, tiene también mucho que ver con estos acercamientos a facilitar e ir resolviendo situaciones, o generándolas, para llegar a nuevos escenarios de valor para las personas. El cambio, la evolución, la generación y la transformación son aspectos que están presentes en nuestra actividad, diseñando o enfocando una nueva situación desde la óptica artesana. 

Hay también un espectro donde diseño y artesanía se sitúan con firmeza: ambos son prácticas sociales, prácticas políticas, prácticas de compromiso. Diseño y artesanía caminan en plural, trabajan en y desde la diversidad. Tienen en el fondo un evidente campo de influencia colectiva por esa capacidad transformadora y donde están más que implicadas las personas, los objetos, los signos y los entornos. Nuestras propuestas de diseño y de artesanía tienen vocación de ampliar la mirada de la propia realidad, de explorar campos del deseo, de una solución o respuesta más vasta de una forma de entender las relaciones e interacciones.

Con total seguridad, existirán otras similitudes entre diseño y artesanía, y probablemente según desde dónde pongamos nuestra mirada, encontraremos campos en los que convivan el diseño y la artesanía. Me queda claro que nuestra mirada artesana tiene mucho que compartir con el mundo del diseño, de diseñar una propuesta de cara a las organizaciones y las personas y que nuestros diseños en esencia tengan una clara evidencia en la práctica de nuestra actividad. 

Juanjo Brizuela
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